Morimos en cada silencio
en cada palabra amordazada
en cada gesto contenido
en el que la involuntaria caricia
nos retrae, nos paraliza
Morimos a pocos
al doblar aquella esquina
donde , sin buscarnos, nos encontramos
luego nos apresuramos a disimular
como si fuésemos dos extraños
Mientras la mirada busca
la fuga que urge
mientras pasan las semanas
mientras pasan los meses
mientras se acaban los años
y siempre mudos
nos encontramos
en las imprevistas vueltas de la vida
La bestia del orgullo
dictador y mezquino
a quien nos vendemos por impulso
en el absurdo intento
de poseer la verdad absoluta
de poseer la verdad absoluta
Razón que no es mas
que una cobarde mentira
hace mucho que dejamos de ser
hace mucho que elegimos no estar
para no ver , para no sentir
y cerramos la puerta
parapetados en nuestro mundo
Demasiadas renuncias
para no estar, no ver
no sentir
Encerados en nuestros
efímeros castillos de arena
efímeros castillos de arena
María ©
Lo cierto es que la vida es dura y peligrosa: que aquel que persigue su propia felicidad, no la alcanza; que el débil ha de sufrir; que quien solicita amor se verá decepcionado; que el glotón no quedará saciado; que quien busca la paz, encuentra la guerra; que la verdad es sólo para los valerosos; que la dicha es sólo para aquel que no teme la soledad; que la vida es sólo para aquel que no teme la muerte.
Joyce Cary ©