Decía Julio Camba en su novela "Sobre casi nada" : ¿Por qué hemos de ser tan pudorosos con nuestras lágrimas, si lo somos tan poco de nuestra risa?
Supongo -y digo supongo porque cada vez estoy más convencida que saber no sé nada, que en lugar de aprender , este camino de vida me está aprendiendo a desaprender- que mostrar lágrimas es un síntoma de debilidad, de vulnerabilidad o simplemente a nadie - o a casi nadie- le gusta leer tristezas. pues bastante tiene cada uno con las suyas .
He estado fuera de este mundo dos meses, y si lo confieso , me parece una eternidad, tanto que hasta me cuesta volver a desnudar mi alma entre palabras y espacios.
Sigo surfeando por los caminos de la realidad, esos que se recorren con los pies descalzos o con los zapatos de tacón, mirando a las personas cara a cara , con la mirada clara y sin más pretensión que la disfrutar el día a día, entre sol y mar.
Dicen que para volver a caminar es necesario el olvido, tal vez esté equivocada - suelo estarlo muchas veces y de mis errores aprendo a desaprender- yo desde luego no considero que sea así, más que el olvido , lo que es necesario es cerrar heridas y perdonarse. Perdonarse de corazón , perdonarse por haber dejado de un lado la verdadera esencia, esa que nos define , perdonarse por dejar de ser para ser lo que otros deseaban ver .