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Acercan sus orillas ...

sábado, 23 de noviembre de 2019

Bonanza

 Estoy juntando
los restos de un naufragio.
Llevo
la estola de dolor del hombre príncipe
el mar
las cigarras.

La piel atada con cebo
se ahoga en mis pulmones
queman los restos del palacio de oro
y las anclas oxidadas
abren tajos en las manos
     Clara Vasco


Cómo las olas
Llegabas y te alejabas
Salando mi trémula piel
Sedienta de tu mar

En el suelo levantábamos
Castillos de alba espuma
Resguardados entre murallas
De fina arena

Entre conchas y caracolas
Escondimos cofres
Cargados de tesoros
De íntimos secretos

Tan puros, tan nuestros
Tan secretos, tan preciados


Al ocaso,
Levantábamos hogueras
Hechas de ramas secas
De viejas heridas
Azuzando el fuego
Con esencia de luna llena

Entonces
Danzaban nuestros
Cuerpos desnudos
Al ritmo del crepitar de
Nuestra hoguera

Entre miradas pícaras...

María ©




anzuelos azules que no cesan
cajones de remedios
cajones de palabras
cajones de muertos flotando en la laguna

yo, sirena de penumbras,
me perfumo con las gotas de los cuerpos
que hacen un gesto desde la orilla.

Allí están todos mis queridos:
yo me sumerjo
entre las piedras umbrías del amor
y la salvaje tormenta del silencio

A mí me dieron de mamar
palabras de sangre
una leche inconclusa de flor en el desierto

Allí vienen todos los cajones
y nos sentamos a tomar el té

Yo tuve humildes
que pisaron la tierra con zapatos de hierro.
Los frascos de dulces casero
se apilan en los estantes con los libros
y las flores que pintó mi abuela
la tapada
que callaba el bullir de su savia
bailando alrededor de la mesa
(cuando se quedaba sola
y prendía la radio
y podía latir
sus manos delicadas
con anillos y zafiros ya extraviados)

Echo un puñado de lágrimas al mar
hago un surco en la tierra
adiós! -digo-
sigo mi camino

Entre el agua y el fuego
nada queda del naufragio.
El ave de la vigilia me cubre el cabello
que se vuelve polvo.

El Naufragio de una mujer anfibio©
Clara Vasco©