Nací en una pequeña aldea, no muy lejos de la costa. De ahí mi devoción por ese mar que tanto me relaja y que me acompaña en mis horas de soledad.
Como cualquier niño, apenas tengo recuerdos de mis primeros años, los logró unir como si de un puzle se tratara mirando fotografías que guarda mi madre, no con mucha devoción, para que os voy a mentir.
Por parte de mis abuelos maternos, no llegué a conocer a mi abuelo, este murió muy joven, me contaban que en la guerra, aunque con el tiempo descubrí que fue una neumonía ( tuberculosis diría yo) la que se lo llevó dejando a la abuela María viuda y con cinco hijos que mantener.
No recuerdo su cara ni su voz, no recuerdo sus caricias ni sus mimos.
Tan solo una imagen, esas que a pesar de la corta edad quedan grabadas en la memoria de la retina para toda la vida.
Con sesenta años, ella era una mujer vital, muy vital,por lo que me cuentan, pero su vida se trunco tras varios infartos.
Recuerdo que subía a escondidas las escaleras que me llevaban a su habitación y que una pluma imitaba al doctor, intentando con mis curas y cariños que ella se pusiera bien. Hasta que mi madre o mi tía me cazaban y me regañaban por perturbar su descanso.
- Dejar a la niña, no le regañéis, dejar a la niña a mi lado.
Ahí se esfuman los recuerdos de la abuela María, una tarde de octubre ella nos dejó, se marchó, dejándome huérfana de abuelos maternos.
Todo lo que sé de su vida es lo que a penas me cuentan o escucho en las conversaciones de mis tíos.
Fue una luchadora nata, en tiempos de miseria. Sus hijos nunca pasaron hambre. Lo que le regalaba la tierra, hortalizas, frutas, verduras, legumbres las cargaba todos los días en una gran cesta de paja, se montaba en el tranvía y se iba a la capital a hacer el trueque; aceite, jabón, gas para las lámparas y todo aquello que sus vecinos le pedían.
Sacó adelante a sus cinco hijos, sin quejas ni lamentos, con el sudor de sus manos.
La abuela María, bajita y regordeta, con su moño y sus gafas redondas y pequeñas.
Ella siempre, siempre con una sonrisa, me dejó en herencia una nana en mi lengua materna
Esta nena pequeniña
vouna a ensinar a todo
a lavar, a peneirar,
a botar o pan no forno.
Esta nena pequeniña
ten ganas de durmir
ten un ojito pechado
o outro non o pode abrir
Esta sencilla canción de cuna, la guardo dentro de mi memoria y mi corazón, por eso mis hijos, día a día, noche a noche, se durmieron con ella.
No sé que decir.
ResponderEliminarEs tan tierno todo que no quiero fastidiarlo con un comentario fuera de tono.
Debió ser una gran mujer.
Besos.
Supongo que sí lo fué, por desgracia los recuerdos son escasos.
EliminarPero por el cariño que tanto mi madre, como mis tios demuestran cuando hablan de ella, lo fue.
Se quitaba las castañas del fuego, con el estraperlo, jugandose su libertad, para poder alimentar a sus hijos, hijos del hambre y de la postguerra, pero que tuvieron una infancia muy bonita.
Eso es lo que cuenta, que por mucha necesidad que exista en un hogar, el cariño y el amor suple esas carencias, ( bueno relativamente, claro)
Un abrazo
Se me olvidaba
EliminarComenta lo que quieras, se que nunca estropearías nada.
No te conozco mucho, pero tus letras reflejan lo que hay dentro de ti; veo tristeza, melancolía, de eso entiendo y mucho.
Que bonito lo que escribes
ResponderEliminarY es que las abuelas nos dan tanto, a cambio de nada¡¡¡
Me alegro mucho que vuelvas a escribir
Besos¡¡¡
Las abuelas, dicen que consienten lo que los padres prohiben.
EliminarAhora que dentro de poco voy me convertiré en una de ellas, espero que me recuerden así, como yo a ella.
Un abrazo
Hay recuerdos imborrables; recuerdo como tú, con un enorme cariño a mis abuelos. Obtuve grandes enseñanzas, sobre todo de mi abuelo paterno, que procuro aplicarme día a día.
ResponderEliminarBesos preciosa
Te acabo de descubrir desde el blog de ohma...
ResponderEliminar¿Sada?
Un bico.
Imborrable de la memoria, aunque su cara ya este perdida, pues su corazón y amor por ti siempre residiran en el tuyo.
ResponderEliminarPreciosa historia, todos tenemos abuelas luchadoras que daban su vida por sus hijos y nietos; que los amaban muchísimo, que velaban por ellos.
ResponderEliminarFeliz Navidad querida amiga.
Lo mejor para ti.
Muchos besos
ResponderEliminarLembras o poema de Rosalía?
"Iste vaise e aquel vaise
e todos,todos se van
Galicia sen homes te quedas
que te poidan traballar..."
Era a realidade de tantas mulleres galegas. Muller máis traballadora e brava que ninguhna.
Foi a túa avoa e millons de mulleres galegas que traballaron arreo. E os homes tamén.
Pero imos coa avoa María.
Es muy fácil imaginarla con cinco niños y sola.Creo que entonces no tenían pensión de ningun tipo.
Quedé viúda joven y con tres hijos y una pequeñita pensión,por tanto puedo darme una idea de cómo fue su vida, y te la digo con unas pocas palabras: más dura imposible.
Unha forte aperta, Coté.
Bonitos y melancólicos recuerdos Coté, tus letras destilan cariño hacia ella.
ResponderEliminarNo se si algún día tendré esa posibilidad, pero si ocurre,si puedo disfrutar de ellos, me gustaría que me recordasen como lo que soy y no como lo que les digan que he sido.
Un abrazo y Feliz Navidad
Estoy completamente convencido que aunque solo tengas un pequeño recuerdo , te siguió viendo crecer y sigue viéndote desde donde el ALMA de los que nos han querido, nos siguen queriendo.
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