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Acercan sus orillas ...

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jueves, 17 de agosto de 2017

Armisticio

Suena - Bang Bang [Kaleo]

               
         Sabes que no es el momento de dialogar en oscuras habitaciones, mientras caen los hermanos vencidos en las calles acuarteladas de la ciudad. Sabes que de Pompeya a Hiroshima, de Auschwitz a Guernika, no encuentro motivos para no desnudarnos y hacer el amor. Sabes que si lo hacemos así, sin su consentimiento, sin justificaciones, sin su futuro, si lo hacemos así, no tendrán más remedio que levantar un muro y reclutar escépticos verdugos.
           Hemos pasado largos años en sus pupitres, en sus oscuras conciencias, en sus capillas. Están intentando que el mundo sea una ruleta sin premios, y el amor es el número donde nunca caerá la bola. 
.../...
    Este es un juego peligroso, ya no quedan buenos ni malos, tan solo el amor como acto de rebeldía.

 Habitación desnuda [fragmento] 
 Uberto Stabile

No puedes parar el tiempo
ni cambiar lo hecho,
pero si puedes aprovechar
el sol y el viento
 volar en los brazos
 de tus pensamientos.


Sin prisa, la noche avanzaba,
en medio de un calor infernal,
casi sofocante
empapando las paredes sudorosas
de la viaje casona de piedra.

En el fondo de un cajón
un abanico, de otro tiempo
pacientemente, la aguardaba.

Era una noche de agosto
como cualquier otra noche,
de otros agostos pasados


Todo permanecía igual,
inmutable, menos
la compañía.

© MaRía





  Imágenes: Yuri Shalimov ©

viernes, 11 de agosto de 2017

Calados



Acercándose
 a cortos, pero firmes pasos
sobre sus zapatos de tacón,
quedó a escasos milímetros de él,
 acercó los labios,
 tanto a los suyos que casi rozando,
 pudo más sentir sus palabras
 que escucharlas...

-Llovía ¿Recuerdas?


          
        Llovía tanto que no sabía si lo que quería era correr a casa o quedarse allí de pie esperando ver luz en su ventana para poder acercarse a él.


         Durante más de dos horas estuvo bajo la lluvia, intentando resguardarse en un pequeño portal que más que cubrirla, casi mojaba más, al dejar caer a veces enormes gotas desde un pequeño farol que alumbraba la entrada al edificio.

      Miraba impaciente la hora y se le hizo extraño que tardara más de lo que solía hacerlo. Precisamente esa tarde tenía que haber mucho más tráfico, quizá por la lluvia, pero ¿tenía que ser precisamente esa tarde?

        Al fin la luz dio vida a su ventana, vió como bajaba un poco la persiana y corría las cortinas para poder ver la lluvia, observaba la calle con atención pero no reparó en ella, al menos en un principio. Le vio mirar al cielo, como si quisiera adivinar cuanto quedaba de lluvia y si podría salir a correr como hacía cada tarde al llegar del trabajo.

Y se armó de valor.

         Cogió el  móvil y marcó  su número, con mano temblorosa lo acercó a su oído, escuchando el tono de llamada. Se sobresaltó  un poco, estaba tan centrado en ver la calle que,  el sonido del teléfono le sorprendió.

Observaba como él se alejaba  de la ventana y un segundo después descolgó.

- ¿Hola?

Dios... su voz sonaba tan melosa y delicada que le daba miedo romper ese silencio, solo pudo cerrar los ojos y respirar profundo.

- Me estoy empapando, hace frío...

-¿Cómo? Em... ¿quién eres?

- ¿Puedes volver a mirar por la ventana?

   Silencio. No escuchó nada y temió que hubiera colgado pensando que se trataba de alguna loca, de una estúpida  broma.

    La cortina se volvió a mover y apareció  de nuevo tras ella buscando. Buscando algo que no sabía qué o quién era. Observando  alrededor su mirada se paró en seco cuando la vio de pié, frente a su ventana, parada en el portal y mojándose hasta los huesos, con el móvil pegado al oído y esperando una respuesta. Miraba hacia su ventana y le miraba directamente a los ojos.

- Sube.

Y no hizo falta nada más.


 ©MaRía

domingo, 4 de diciembre de 2016

Espejito , espejito ...

Cuando el peligro parece ligero
deja de ser ligero
Sir Francis Bacon


  La visión de una manzana
           Su cáscara es roja, 
 en un lateral tiene un gran cerco negro,
 aparentemente la miramos
 y parece podrida; la descartamos, 
porque en el mercado no tendría salida,
 se ve fea y seguimos recolectando las mejores,
 las mas rojitas y sin manchas.


       Esas se venderán bien, 
mientras aquella pobre ve como pasan las demás 
y ella sigue en el suelo,
 con su gran mancha negra.
  Terminó  el día, 
 alguien se fija en esa manzana, 
tirada en el suelo, 
aparentemente podrida,
 la coge, la mira,
 con un cuchillo le quita el manchón


 y la pela. 
   La empieza a comer
se da cuenta,
 que esa manzana esta riquísima, 
que aparentemente fea y estropeada
 hacia presagiar lo peor, 
pero he ahí la cuestión:

¿Quien no ha pelado una manzana hermosa por fuera y seca por dentro?

© MaRía


Septiembre de 2009

sábado, 26 de marzo de 2016

Crónica de un silencio

Suena: Ven y camina conmigo - Enrique Bunbury Feat. Pepe Aguilar 
        


          En una playa del norte se encontró una mancha de silencio sobre una duna.
 Cerca, tras la hermosa montaña de arena,
 estaban esparcidos pedazos de memorias llenos de recuerdos. 
El mar, cubierto de luto, retiró todas las olas.

      Naufragaban por la playa, 
lágrimas que parecían perdidas.
 Cerca de aquella mancha había un pecho abierto y seco.

         Fuentes próximas declararon que vieron un corazón de piedra 
que corría loco intentando atrapar la brisa
 que llegaba de lejos, 
pero al anochecer desapareció en el cielo.

              Un caso como mínimo insólito 
porque hasta ese día la bandera era un poema, 
por lo que no cabía esperar
tan aterrador grito en un momento como este.

          Antes del cierre de esta redacción,
 se supo que el silencio aún está vivo 
 que se encuentra en un lugar seguro 
a la espera de un calor compatible 
que según consta solo existe en un abrazo humano.
MaRía


Fotografías:Paul Friman

jueves, 24 de abril de 2014

El cuaderno

Escuchando 
Michael  Nyman - The heart ask pleasure first

Tiene que aprender que hay reglas y límites,
que no todos nuestros deseos son alcanzables y
que no hay atajos ni trenes de alta velocidad para llegar
hasta donde queremos,
que siempre cuesta un gran esfuerzo 
conseguir las cosas
Matilde Asensi,
 El origen perdido 


   Era un cuaderno color rojo y bronce , revestido de terciopelo gastado. Sus hojas antes blancas delataban el haber sido manoseadas una y otra vez. Parecía un lienzo pintado por un loco, de tantas manchas que contenía aquella capa vieja y sucia.

      Poseía intactas dos hojas vacías, que no eran blancas pero tenían aquel olor a vida vivida, aquel aroma que llegaba siempre antes que ella, y que todos conocían.

       Una especie de retrato inconcluso, con pinceladas unas veces suaves y redondas y otras resultantes de movimientos espasmódicos y disformes, que conferían una armonía de extraña vida, cuyo final, de tanto celo el pintor intuía imposible.

     El viejo cuaderno persistía, valiente y firme con paginas todavía vacías en la esperanza de un poema, del último , del mejor, de un final que exigía feliz.

Ella ya no escribía, se había abandonado hacia mucho tiempo.

El cuaderno era,
 ella ya no era ...