El más muerto de los muertos sentenció:
¡esa puerta no se abre!
Y no se abrió.
trajines, fatigas de otra vida.
El redoblado taconeo se deja oír
de las hermanitas jugando a las señoras.
La tersa perfumería del caballito de madera
y la navegación de la plancha de Julia
sobre las olas del guardapolvo.
Se deja oír el calor de la santa sopa,
el secreto comadreo de las vecinas
y las quejas de la polca en el violín de José.
La brisa entre los palotes del primer cuaderno
se deja oír, la tos cada vez más lejana de papá
y como en puntas de píe, cada vez más cercana
la voz de mamá que vuelve a preguntar:
¿hijo sos feliz?
El miedo grande de los chicos
Marcos Silber
Marcos Silber
DuDa
¿Por qué me persigues
por los meandros de la mente
como parásito insinuante?
¿Que pretendes conseguir?
¿Dejarme inconstantemente confusa?
¿Velada de un raciocinio durmiente,
sin saber a donde ir?
¿Qué quieres de mi?
¿Robarme toda confianza?
¿Trasmutar mi semblante?
¿Privarme de mis creencias?
Si tu intención es que me despida,
de mis sueños más queridos
Te imploro sosiego de una vez.
¿Por qué me visitas a oscuras?
Quiero permanecer indiferente, ante ti.
Vacía sin esperanza
Escucho tu voz destructora.
Huyo, pero acabo siempre quedándome
Ya te he dicho mil veces,
que no quiero
que no quiero
someterme a tu voluntad
Llevas muchos años a mi lado.
¡Duda, no dudes más y vete ya!
© MaRía