Etta James - I'd Rather Go Blind
Joe Bonamassa & Beth Hart - I`d Rather Go Blind
Si quieres hacer reír a Dios
cuéntale tus planes
[Amores Perros]
Ella quiere intentarlo por si acaso;
él, se arroba con sus turgentes tetas
ella observa del cuello para abajo,
y se detiene adrede en la bragueta,
y maldice la noche que la trajo
se lamenta del hambre que la aprieta
sólo quiere calmarla por un rato
si consigue hacerle caer en la treta,
una urente celada de arrebato.
Cada vez la mirada es más cercana
siente intensas cosquillas en el vientre
lo imagina follándola en cama
ahogada del placer que tanto siente.
No busca amor de flores ni retama,
ni lunas argentadas emergentes,
ya no se pierde en esperanzas vanas,
sólo quiere calmar el hambre urgente
con su dosis de macho a la semana,
y la inmediata piel en el presente.
Se acerca, viene al reclamo directo.
vértigo del hombre que la toca
Imagina que trae el miembro erecto,
que lo roza ya el filo de su boca.
No contiene las ansias de su cuerpo
por un instante piensa que está loca,
desvía la mirada a un punto incierto,
ya le impregna el olor de su ropa
y se halla plenamente al descubierto
la noche se acaba y ella se agota.
vértigo del hombre que la toca
Imagina que trae el miembro erecto,
que lo roza ya el filo de su boca.
No contiene las ansias de su cuerpo
por un instante piensa que está loca,
desvía la mirada a un punto incierto,
ya le impregna el olor de su ropa
y se halla plenamente al descubierto
la noche se acaba y ella se agota.
Se armó con sugerente lencería,
se depiló hasta el alma con la cera,
se puso un pantalón que la ceñía,
mostraba la esbeltez su cadera
Se escudriñó en su espejo de luz fría
y se vio cual radiante primavera
en el muriente de un sol de mediodía
sin silueta de la sombra certera
que aquel sábado árido rendía.
se depiló hasta el alma con la cera,
se puso un pantalón que la ceñía,
mostraba la esbeltez su cadera
Se escudriñó en su espejo de luz fría
y se vio cual radiante primavera
en el muriente de un sol de mediodía
sin silueta de la sombra certera
que aquel sábado árido rendía.
Y no la besará con sentimiento.
Con eso siempre se sintió cohibida.
Le parecerá mucho atrevimiento
Pero son las reglas de la partida.
La roza y se le licua el pensamiento,
Arde en deseos de ser poseída.
Su ansia es océanos de trasiego .
Si se demora se hallará perdida
caerá presa del vacío luego
Él salió primero, ella lo seguía.
El aire fresco no aplacó su fuego
de sus entrañas harto humedecidas
Él atrajo su pecho con el suyo,
presa en aquella piel desconocida.
su voz era apenas un murmullo,
hilo de saliva.
Se marcharon cogidos de la mano
No la empujaba ni la luna ni la noche,
ni la lógica de amores lejanos.
Lo hicieron rápido dentro del coche.
Después se descubrió medio desnuda,
el pelo revuelto y el rimel corrido,
las bragas extraviadas en la duda.
Él hacía tiempo que se había ido,
cuando la bruma anunció el alba cruda.
Ahora las gotas el semen vertido
entre las piernas son la huella muda
de una guerra que cree haber perdido
cuando el alma se hiela y la piel suda,
todo el cuerpo le olía a sexo frío
Arrancó el coche y sobrevino la oscuridad.
Y un aullido de fieras que en el silencio muerda
el corte límpido de su acerada soledad
seca le hicieron pronunciar la palabra mierda.
Los árboles huían a gran velocidad,
aquella que impele a lo que nunca se recuerda.
Una balada sin voz, una aventura más
una sólita noche de sábado en su guerra
derrumbando sombras que la entierra la eternidad
del placentero y raudo amor en esta tierra perra.
Con eso siempre se sintió cohibida.
Le parecerá mucho atrevimiento
Pero son las reglas de la partida.
Arde en deseos de ser poseída.
Su ansia es océanos de trasiego .
Si se demora se hallará perdida
caerá presa del vacío luego
Él salió primero, ella lo seguía.
El aire fresco no aplacó su fuego
de sus entrañas harto humedecidas
Él atrajo su pecho con el suyo,
presa en aquella piel desconocida.
su voz era apenas un murmullo,
hilo de saliva.
Se marcharon cogidos de la mano
No la empujaba ni la luna ni la noche,
ni la lógica de amores lejanos.
Lo hicieron rápido dentro del coche.
el pelo revuelto y el rimel corrido,
las bragas extraviadas en la duda.
Él hacía tiempo que se había ido,
cuando la bruma anunció el alba cruda.
Ahora las gotas el semen vertido
entre las piernas son la huella muda
de una guerra que cree haber perdido
cuando el alma se hiela y la piel suda,
todo el cuerpo le olía a sexo frío
Arrancó el coche y sobrevino la oscuridad.
Y un aullido de fieras que en el silencio muerda
el corte límpido de su acerada soledad
seca le hicieron pronunciar la palabra mierda.
Los árboles huían a gran velocidad,
aquella que impele a lo que nunca se recuerda.
Una balada sin voz, una aventura más
una sólita noche de sábado en su guerra
derrumbando sombras que la entierra la eternidad
del placentero y raudo amor en esta tierra perra.