Estás en mi lista de sueños cumplidos,
y en el de pecados compartidos
Rompamos juntos la barrera del sonido
Cuando el gemido se come al ruido
Hagamos juntos todas las maldades
La dieta de los caníbales
Soy de los que siempre creyó en las señales,
Por eso, pégame, muėrdeme, déjame cardenales
Bésame, bésame, besayuname.
Ayúdame a deshacer la cama
Té comería a besos pero me tragaría mis palabras
Por eso mejor dejarnos sin habla
.../...
Sin pared en el trayecto que pararnos
Para hacer escala entre tu desnudez y tu pijama,
Sentados cómo dos gatos sobre tejados de zinc
Matemática de la carne, Rayden
Es algo así cómo el opio
qué despierta los sentidos
ante su cuerpo mi cuerpo
dispuesto a impregnarse
de palabras, sexo, amor
Droga dura que sustenta
la insoportable levedad del ser
Tiempo de tapices floridos
poemas en eternas primaveras
Tinta la yema de sus dedos
o el lago bendito
en la comisura de unos labios
surco hondo de besos lleno
Enloquecen las palabras
entre verbos inconexos
cuando la piel es pergamino
repleto de jeroglíficos
con insaciable apetito
de su amor, de mi querer
Veneno en vena
adictos en la primera dosis
antes del roce, de la caricia
antes de la voz o el verbo
nuestros cuerpos florecieron
cómo amapolas
en campos de espigas
arrasadas en viejos inviernos
MaRia ©
23/09/2018