-

-

Acercan sus orillas ...

domingo, 7 de abril de 2013

Te pintaré los campos, te cantaré una nana

          Hoy de nuevo siento esa sensación, que de vez en cuando me provoca un inmenso dolor de cabeza, esa que se apodera de mi ser, haciendo que mi estómago se encoja, esa que me obliga de nuevo a aporrear el teclado.





         Hoy podría contar la historia de Feli, mi abuela paterna, esa que fue sombra de Pablo su esposo, ella una gran desconocida, toda una señora; o de él, Pablo, el abuelo: ese que se fue cuando yo tenía 10 años y del que un día, ya siendo mocita me lo tiraron del pedestal. ¡Que manía con matar los recuerdos!, ¿De que vale contar verdades ya pasadas, que solo sirven para manchar la memoria de aquel que adoramos?


         No, hoy no, hoy tengo que escribirte a ti. Aunque no lo leas, aunque no te lo diga, aunque me calle, por respeto a tu pareja, por respeto a ti, por ser tu madre.





         Y es que no puedo evitar sentir la misma sensación de cuando eras un recién nacido desvalido, prematuro. Hoy sé que estas triste, hoy sé que todo ha cambiado, o casi todo. Por eso de nuevo sé que tenemos que protegerte, que animarte, que la vida es a veces dura, a veces cruel pero sobre todo es vida, y pocas veces nos mata aunque nos ahogue.







          Recuerdo ese primer día, cuando fuimos a firmar tu contrato de trabajo. Siempre a la sombra de tu hermano gemelo, te costaba seguirle el ritmo, no eras de estudiar, o tal vez, el error que todos cometimos fue compararte con el:  profesores, amigos, padres... Y decidiste ponerte a trabajar con  17 años. Tu carácter cambió, eso es lo importante; ni una queja, ni un lamento, tu buen humor volvió de la noche al día y durante 11 años, a pesar de algún que otro mal trago, la sonrisa brillaba en tus ojos.




         Hoy querido hijo, me duele saber por culpa de esta maldita crisis eres uno de tantos atrapado en esa tela de araña llamada paro. Hoy siento que de nuevo hay que protegerte, animarte, abrazarte. Hoy sé que callaras tus penas, que te comerás el llanto. 




           Hoy quiero que sepas que te pintaré los campos y te traeré la luna, que  te cantaré una nana, mientras en silencio piensas en tu futuro. 


Hoy, como siempre, te quiero.